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Grupos Originarios

Sonora cuenta con una gran diversidad étnica y cultural que ha dado forma a un mosaico único de identidad que nos distingue a nivel nacional e internacional.

Ante esta gran diversidad cultural, un reto importante es hacer del conocimiento de los distintos grupos originarios de Sonora, la cultura de la transparencia y el derecho a la información pública.

De acuerdo al Instituto Sonorense de Cultura, podemos hablar de distintos pueblos indígenas , herederos y descendientes de algunas de las primeras naciones que habitaron es­ tos mismos territorios, desde mucho tiempo antes de la llegada de los españoles y hasta nuestros días: ellos son los kuapá (cucapá) en los desiertos de California, Baja California y Sonora; los tohono o’odham (pápagos), de Arizona y de Sonora; los comcáac (seris) que habitan en la costa desértica del estado; los o’ob (pimas) de Sonora y Chihuahua , y los macurawe (guarijío / guarojío) que viven también entre estos dos estados; los yoeme (yaquis) tanto en Sonora, como en Arizona; hacia el sur viven los yoreme (mayo) que además están en Sinaloa y los kikapú, cuyo principal asentamiento se encuentra en el estado de Coahuila y en la alta sierra de Sonora. Estos grupos son ejemplo de fortaleza y unidad; de capacidad de resistencia y organización, lo que les ha permitido sobrevivir los embates de la historia, la pérdida de gran parte de los territorios originales, y el cambio en su cultura y forma de vida. Todos estos pueblos originarios atraviesan distintos procesos de recuperación y desarrollo de sus identidades étnicas; conservan además de sus propios idiomas , un rico pensamiento mítico y filosófico, profundas y complejas ceremonias, coloridas fiestas y otras manifestaciones como estrategia de sobrevivencia, con respeto a su memoria histórica, tradición cultural y las distintas formas de ver y habitar el mundo, dotándolo de sentido.

Es de mencionarse la presencia y asentamiento de sociedades provenientes de otras regiones de nuestro país, como mixes, triquis y mixtecos, entre otros, que con su trabajo, esfuerzo y dedicación han contribuido también al desarrollo regional, enriqueciendo la diversidad étnica sin perder las características de su identidad, en cierto modo adaptada al contexto regional del desierto sonorense, que los ha recibido apoyando sus iniciativas de desarrollo y fortalecimiento cultural. Cada uno de estos grupos representa en sí mismo procesos históricos, culturales y sociales diferenciados, sin embargo, se unen en el mismo esfuerzo de no dejarse absorber por el olvido y el mestizaje que han logrado borrar del panorama étnico y cultural de nuestro país a una gran cantidad de pueblos indígenas, tal sería el caso de los ópatas, hoy virtualmente desaparecidos o los apaches, quienes viven en Arizona y Nuevo México.

Kuapá / cucapah

Los kuapá o cucapah, forman parte de la tradición cultural de los grupos yuman os; su presencia se extiende en parte de Arizona en Estados Unidos, así como en Baja California y Sonora, en el territorio mexicano. Históricamente han estado profunda­ mente vinculados con el río Colorado; en Sonora su principal asentamiento es la comunidad y ejido de Pozas de Arvizu, algunos habitan también en la ciudad de San Luis Río Colorado, en el municipio del mismo nombre, mientras que en Arizona viven en Somerton.

Tohono o’odham/pápagos

Los o’odham (o’otham), históricamente conocidos como pápagos y pimas altos, (nombres que hoy en día ellos prefieren no utilizar al considerarlos despectivos), son parte de una gran sociedad establecida en el territorio desértico que abarca parte de lo que en la actualidad es Sonora y Arizona. Si bien en sus orígenes vivieron de la caza y la recolección, posteriormente desarrollaron también la agricultura, que permitió su crecimiento y dispersión territorial, la cual se integró así por distintas subdivisiones conocidas como akimel o’odham(pimas gileños); o’onk o’odham (Salt River People); hiaced o’odham(areneños o pinacateños) y finalmente los tohono o’odham que aún se encuentran en la franja fronteriza del desierto de Altar, con una población aproximada de trescientas cincuenta personas en México. Están relacionados también con los llamados pimas bajos (o’ob), que viven en la sierra, entre Sonora y Chihuahua.

Comcáac/seris

Los comcáac o seris son una sociedad indígena que tradicionalmente ha vivido entre el mar y el desierto. El conocimiento sobre estos dos ecosistemas les ha permitido desarrollar su existencia, viviendo como cazadores, recolectores y pescado­ res, combinar estas actividades con el intercambio y sobrellevar eventualmente los enfrentamientos armados, primero con otros grupos indígenas de la región y posteriormente con los españoles y la naciente sociedad sonorense en el ámbito nacional. Estas pugnas tuvieron mucho que ver con el aprovechamiento de los recursos naturales en una región de precario equilibrio, como lo es su territorio tradicional donde el agua escasea constantemente; a pesar de ello la cultura de los comcáac ha demostrado importantes logros relacionados con el conocimiento, la conservación ecológica y la manifestación viva de su cultura. No deja de ser motivo de reconocimiento el gran esfuerzo que han llevado a cabo hasta nuestros días, para poder seguir viviendo de estas mismas prácticas de subsistencia, pero armonizadas con los recursos y exigencias de la modernidad y globalización; es decir, que han sabido adaptarse a los cambios de la vida contemporánea, conservando de manera decidida muchas de sus costumbres y tradiciones de origen ancestral.

Yoeme / yaqui

Los yaquis son uno de los pueblos más reconocidos y emblemáticos de las culturas indígenas de Sonora; la palabra yaqui quiere decir originalmente “el que habla fuerte”. En la actualidad se identifican a sí mismos como “yoemes”, término que significa hombre o persona, aunque algunos mencionan que también quiere decir “el que respeta la tradición”, lo que expresa la voluntad de esta sociedad por conservar la herencia de sus antepasados, quienes lucharon decididamente por mantener su territorio tradicional, integrando su cultura a las enseñanzas de los misioneros jesuitas. Según lo refiere su propia historia, los yaquis surgen en el mismo territorio que habitan hoy, en los márgenes del río que lleva su nombre. La tradición oral da cuenta de la existencia de una sociedad anterior a ellos, los antiguos surem, quienes según se dice llegaban a vivir hasta quinientos años de edad, eran muy bajitos, de largas barbas y poseían un gran conocimiento. Cuando se enteraron de la llegada de los españoles tuvieron una larga discusión; al final una parte de estos seres sabios decidió enrollar la mitad del río y llevársela con ellos bajo tierra; convirtiéndose en hormigas y otros seres del monte. Mientras tanto la otra parte de los surem se quedó con su porción del río y decidió esperar a los españoles, para conocerlos; es así que dejaron de vivir tantos años, comenzaron a aumentar de estatura y perdieron sus largas barbas, fue entonces que se convirtieron en yaquis. Por decisión de la tribu yaqui se permitió la entrada de los jesuitas, quienes compartieron sus enseñanzas y los convencieron d reunirse en los Ocho Pueblos Tradicionales del Río Yaqui: Lom de Guamúchil (antes Cócorit), Loma de Bácum (antes Bácum), Tórim, Vícam, Pótam, Ráhum, Huirivis y Belem, que representa la base de su estructura social, con un gobernador en cada pueblo y demás autoridades tradicionales. Es de destacarse el hecho de que tradicionalmente las mujeres yaquis tienen gran importancia en la decisión de quién será el gobernador de cada pueblo, el cual es nombrado en el mes de diciembre y entra en funciones a partir de enero. Como parte de este sistema, los gobernadores entregan la autoridad a la iglesia tradicional yaqui a partir del miércoles de ceniza y durante toda la Cuaresma y Semana Santa, al término de la cual se restituye el gobierno tradicional; sin embargo los tiempos modernos no permiten abandonar del todo otras actividades, gestiones y prácticas económicas.

Yoreme / mayo

Entre Sinaloa y Sonora vive el pueblo indígena mayo. Se autodenominan ”yoreme” o ”yoleme” término que según algunos han dicho significa: “el que respeta … “, refiriéndose al respeto hacia su tradición y cultura indígena; también se reconocen a sí mismos por oposición al “yori”, término que significa “el que no respeta” y que se entiende como sinónimo de hombre blanco. Según una antigua leyenda que forma parte de su tradición oral, la palabra “mayo” proviene del término “mayoam” que significa “gente de la ribera”, en referencia a su forma de vida en las márgenes de los ríos Fuerte y Mayo, principalmente. A los indígenas que niegan sus raíces y compromisos comunitarios los conceptualizan como “torocoyori”: el que traiciona, o el que niega la tradición. La vida ceremonial de los yoremes-mayo es de suma importancia; en ella convive el pensamiento tradicional indígena, donde destaca la presencia del danzante de venado y los pascolas, elementos propios de su cultura vinculada con una visión religiosa de la naturaleza, y las enseñanzas católicas heredadas por los jesuitas Entre las tradiciones ceremoniales más importantes se encuentran la Cuaresma y Semana Santa, la fiesta de la Santísima Trinidad, San José, San Ignacio de Loyola, la Santa Cruz, Virgen de Guadalupe, Día de Muertos. Los mayos, al igual que los yaquis, participaron activa mente en la Revolución mexicana como parte de las fuerzas armad de Álvaro Obregón, hecho que les fue reconocido por el presidente Lázaro Cárdenas al restituirles sus tierras mediante la dotación ejidal, aunque en los nuevos ejidos también se incluyó a yoris, por lo cual su territorio tradicional se ha diluido relativamente.

Macurawe / guarijíos

Hacia el sureste de Sonora, en la serranía colindante con Chihuahua, vive uno de los pueblos indígenas menos conocidos; se autodenominan macurawe o macoragüi, término que según versiones propias significa “los que agarran las piedras”, o “los que se tomaron de las manos”. Los documentos históricos en que se consigna la existencia de estos “pueblos de barrancas” dan referencia de varios nombres, entre los que cabe citar los de ihío, varohío, guarojío, warihó y guarijíos. En la actualidad puede decirse que sólo se conservan los nombres de macurawe y guarijíos para Sonora y los de guarojío y warihó, entre los que viven en Chihuahua. Mucho antes de la llegada de los españoles, la cultura guarijío se desarrolló a partir de su vida como cazadores y recolectores; sin embargo, durante la época del contacto con los europeos dependían también en gran medida de la agricultura para complementar su alimentación, lo que determinó nuevos cambios en su existencia. Una muestra de ello es la celebración de la fiesta de la cavapisca, centrada en la importancia del maíz en la vida de los macurawe.

O’ob /pimas

Entre la sierra de Sonora y de Chihuahua en una región de bosques, pequeños valles y zonas montañosas, viven hoy los integrantes del pueblo indígena o’ob, término que quiere decir “la gente”, o “los que se están yendo”; comúnmente han sido conocidos como pimas o pimas bajos. El término se deriva del vocablo pimá, que quiere decir “no” y aludía al hecho de que los indígenas no entendían la forma de hablar de los españoles. Sus orígenes se relacionan con los o’odham (pápagos/pimas altos) del desierto, de quienes se separaron hace siglos por fuertes cambios climáticos y la llegada de otras sociedades indígenas a su antiguo territorio, que abarcaba una parte importante de lo que ahora es Sonora. Los o’ob recibieron la influencia de los religiosos jesuitas y sobre todo franciscanos, y se resistieron a la presencia de miembros del grupo apache que al verse desplazados de sus territorios origina­ les, intentaron establecerse en la región pima sin lograrlo.

Kikapú

Llegaron a Sonora a principios del siglo XX, procedentes de Oklahoma, Kansas y Texas, Estados Unidos. Un núcleo mayor de integrantes de esta nación indígena se quedó a vivir en el estado de Coahuila, en la región de Muzquiz, mientras que en nuestro estado se establecieron en el municipio de Bacerac, por ser parecido a su territorio tradicional y en el cual tuvo gran importancia la presencia de los venados, especie natural con relevancia mítica en su cosmovisión y forma de vida. Durante la década de 1920, muchos de los miembros del grupo kikapú que habitaban en Sonora, decidieron irse a Coahuila o regresarse a los Estados Unidos, tratando de conservar su cultura original; por su parte quienes se quedaron en Sonora rentaron las tierras que habían adquirido al llegar al estado, lo que dio como resultado el inicio de un proceso de abandono de algunas de sus tradiciones, siendo hasta fines del siglo pasado, en la década de los años noventa, que se comenzó a dar la recuperación de su cultura tradicional, relacionado también con el esfuerzo de volver a obtener control sobre su territorio.